Tecnología 3D en ortodoncia: ¿esencial o habitual?
Júlio Gurgel y Ricardo de Souza Tesch discuten la tecnología 3D: ¿estamos desarrollando la cultura de adquisición de conocimiento o aceptando fórmulas expertas?
Big data, algoritmos y tecnología 3D han implicado adaptaciones en todos los campos de la ciencia, y la ortodoncia no ha evitado este cambio de comportamiento, por lo que merece mucha reflexión. Una de ellas es sobre los días difíciles que experimenta la especialidad, llena de expertos en herramientas terapéuticas únicas en las que todos los pacientes y sus diversas necesidades deben adaptarse. Todos los esfuerzos para mejorar el diagnóstico y la búsqueda de protocolos de tratamiento individualizados y basados en evidencia no solo son recomendables, sino fundamentalmente necesarios.
La posibilidad de que el software proponga tratamientos para los cuales el ortodoncista debe conocer los principios biomecánicos básicos y así poder "hablar" con la máquina y sopesar lo posible y lo razonable muestra la necesidad de capacitación tradicional. Sin embargo, ampliemos nuestra mirada para solicitar nuevas pruebas de diagnóstico, incluidas las de imágenes. Hemos observado que estas pruebas se justifican solo cuando la información obtenida es confiable y relevante hasta el punto de alterar un plan de tratamiento propuesto inicialmente o su pronóstico.
En el caso específico de los estudios cefalométricos en tres dimensiones (3D), existe evidencia suficiente de que generan mediciones confiables, pero no proporcionan suficiente información nueva sobre los planos sagital y vertical para justificar su uso rutinario1, ya que exigen un mayor costo financiero y biológico. Sin embargo, el entrenamiento y la experiencia en la identificación y resolución de discrepancias esqueléticas y dentales en estos dos planos del espacio son muy superiores a las utilizadas tradicionalmente en el plano transversal, donde la falta de disponibilidad de mediciones confiables no trajo mediciones replicables hasta la creación de la tomografía. Tomografía computarizada de haz cónico (CBCT).
Un buen ejemplo es el diagnóstico y el tratamiento de las discrepancias transversales maxilares. Comúnmente, la edad vertebral cronológica y esquelética, carpiana o cervical se utiliza para determinar el pronóstico de su corrección a través del efecto esquelético o la expansión ortopédica. Existe la posibilidad de no lograr el resultado esquelético esperado en edades no tan tempranas, lo que de hecho no es común pero posible. Sin embargo, la mayor pérdida sería no intentar el procedimiento en pacientes por encima de la edad estándar, sino que hayan alcanzado etapas avanzadas de maduración de la sutura del paladar medio. Aunque el sistema propuesto para clasificar las etapas avanzadas de maduración de suturas todavía parece poco intuitivo y requiere una curva de aprendizaje larga, permite una evaluación individualizada, previamente no disponible, y con una identificación más replicable para las etapas D y E.
En ausencia de mordida cruzada, decidir si se expande o no que requiere un efecto esquelético se vuelve subjetivo y difícil. Las compensaciones dentales transversales no se identifican fácilmente con ojos que no están bien entrenados. Además, se ha demostrado que el agrandamiento del corredor bucal, generalmente empleado como criterio de decisión, está más influenciado por la inclinación de los dientes superiores y posteriores caninos que por la atresia maxilar misma. Se podrían detallar fácilmente ejemplos similares de ganancias sustanciales sobre las asimetrías mandibulares y su relación con los cambios de ATM.
Ante tantas posibilidades, no es tan sencillo equilibrar el equilibrio entre el costo biológico y el beneficio diagnóstico. Además, complica el hecho de que los avances tecnológicos en salud a veces son más rápidos que el tiempo requerido para su transferencia científica basada en la evidencia. Por ejemplo, la aparición de tomógrafos que permiten la adquisición de imágenes de excelente calidad con dosis muy bajas de exposición a la radiación.
Sin embargo, lo contrario también puede ser cierto, es decir, casos en los que se sabe previamente que se necesitan imágenes tomográficas, ya que están discriminadas por consenso establecido por expertos y miembros de la academia. ¿Sería ético solicitar documentación de ortodoncia bidimensional convencional y luego exponer al paciente a radiación para obtener nuevas imágenes? ¿No estamos en piloto automático y ordenando pruebas de manera estandarizada sin poder cambiar el diagnóstico y el plan de tratamiento?
Este debate es saludable y está lejos de tener una respuesta definitiva, porque cada día surgen innovaciones y pruebas. Como siempre, la solución parece ser la parsimonia, pero sin acomodación.
Dado lo anterior, hay otra pregunta importante: ¿estamos desarrollando una cultura de adquisición de conocimiento basada en tecnologías 3D o estamos aceptando fórmulas de uso establecidas por expertos?
Fuente: Ortodontia SPO. Disponible en: https://ortodontiaspo.com.br/tecnologia-3d-essencial-ou-usual/. Acceso el: 17/08/2020.